Los colores del poder, rojo y azul, se unieron en santo matrimonio, creando un brillante cielo estrellado para arreglar el atuendo de cualquier político mal vestido que aclama ser influyente y perspicaz. Pim viaja constantemente, recogiendo impresiones y experiencias. Haría un excelente trabajo como presentador de televisión. Tanto riguroso como casual, con alegría siempre a la mano.